domingo, 24 de marzo de 2013

Entre la espada y la carne

Admito que estoy pasando por un proceso nuevo pero a la vez extraño en mi interior. Debo decir que en cierta forma me ha quitado la paz.
Quizás a mi edad todos piensan estar con muchas mujeres, total, todas sirven a la cuenta. Al parecer mientras con más mujeres estés, eres más macho. Definitivamente, para mí no lo es.

Sin dar más vueltas en el tema quiero contar mi experiencia. Lo más probable es que para ustedes no sea nada nuevo. En realidad, pienso que todos vamos a pasar, o hemos pasado por momentos así. Especialmente, creo que esta es la primera vez que me pasa.
Estoy conociendo a una chica a través de Facebook. Vale destacar que soy cristiano. Y sinceramente, esto me ha traído una serie de dudas o conflictos en mi interior.
El tema es que la chica no es cristiana y eso para mí es algo que me complica mucho. No quiero que esto se tome como una discriminación hacia los que no profesan la misma fe que yo. Pero la biblia es explícita cuando en 2 de Corintios 6:14 dice: No se unan ustedes en un mismo yugo con los que no creen. Porque ¿qué tienen en común la justicia y la injusticia? ¿O cómo puede la luz ser compañera de la oscuridad?




He reflexionado mucho en este tema. Más de lo que a lo mejor ustedes creen, y de verdad que encontrar una solución arbitraria, algo que favorezca a las dos partes es difícil. Mi lucha está en SEGUIR MIS PRINCIPIOS o APOSTAR POR ALGO DESCONOCIDO, lo cual puede ser de bendición o de maldición.

Bueno, esa es mi historia. Pero no quiero cerrarla con una interrogante. Creo que a lo largo de esta narración, breve, pero significante Dios me ha hablado. Pienso que es mejor proseguir hacia la meta, despojándose de todo peso que no sirva, tal como lo dice Pablo.
La decisión está tomada, si quiero buscar una relación seria tiene que ser con alguien igual a mí. Osea un yugo igualitario. Eso no significa que la persona tiene que hablar, vestirse, o hacer lo mismo que tú (refiriéndose a lo laboral o en el ámbito de la educación), se refiere a que debe tener los mismos principios y valores que tú.
Pero si realmente tú piensas que esa persona es la indicada, muy fácil, ¡Conviértela a Cristo! 


Para concluir, prefiero agradar a Dios que al hombre. Eso quiere decir que invertiré mi juventud, mi etapa como adulto, y la tercera edad, en esparcir, exaltar, y sobre rodo AGRADAR el nombre de Jesús. No dejaré que una relación pasajera arruine los propósitos que Dios tiene con mi vida. ¡Amén!